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La cita del silencio

  • Foto del escritor: Kelly Skeyf
    Kelly Skeyf
  • 1 oct 2022
  • 4 Min. de lectura


Has oído hablar de la cita del silencio? Seguramente no, porque ella sólo me lo contó a mí y yo hoy decido compartirla contigo.


Ella me abordó diciéndome: Alguna vez has odiado y amado a alguien al mismo tiempo? Y yo le dije que quizás sí pero que por lo general no odio a nadie, entonces continuó diciendo: no sé cómo explicar lo que siento pero...


Ella me dijo que aún no olvida a esa persona que la hizo sentir salvada en los momentos más solos de su vida y que a su vez la hizo sentir sola en los momentos donde más quería que la salvaran, me preguntó: Cuánto tiempo voy a seguir extrañandolo? Le dije todo el tiempo que sea necesario, un día despertarás y ya no sentirás ese susto en tu pecho por no verlo, por imaginarlo, por temor a encontrarlo o por temor a que aparezca de nuevo en tu vida.


Ella miraba a lo lejos como si no hubiera escuchado mis palabras, su mirada se dirigía a un punto fijo llamado pasado, y como si fuera una cascada de agua empezó a hablar y no la pude contener.


Ella dijo:


Es como si quisiera verlo, pero no oírlo, no quiero que me cuente su grandiosa vida llena de éxitos, dónde todo le sale bien y todo lo enfrenta con buena actitud, quiero escribirle e invitarlo a una cita del silencio, sabes?


Dentro de mí pensaba no, no sé a qué te refieres, pero no me estaba preguntando a mí, hablaba con ella misma.


Quiero decirle vamos a vernos, en tal sitio, en la calle cualquiera, a esta hora específica y ya, vivir todas esas horas confiada de que él si va a asistir, esperar llena de rabia ese momento pero a la vez con el corazón en la garganta, cuando me escriba para decirme ya estoy llegando, mandarle la única condición y la más importante para vernos: No digas nada por favor durante nuestro encuentro.


Y que él al llegar justo a dónde yo lo espero con todo mi amor contenido y mi rabia jamás expresada, yo sienta que el destino, la vida, el universo o llámalo como tú quieras haga inicio de algo llamado la cita del silencio.


Que sólo al vernos nuestras miradas se pidan perdón por tanto daño, se disculpen por ser un par de niños con heridas sin sanar, que con solo un gesto le pueda decir sígueme por favor quiero regalarme lo que un día me quitaste, quiero estar en un sitio contigo a solas.


Yo hice lo mismo que ella, miraba a un punto fijo llamado pasado y decía no quiero estar en sus zapatos en este momento, de repente sus lágrimas empezaron a correr por sus mejillas, y entendí que el silencio de su vida sin él le hacía más ruido que una tormenta.


Prosiguió diciendo...


Al llegar a esos cuatro muros que nos separan del mundo exterior y de la vida que elegimos vivir o no decidimos elegir vivir, quitarme toda la armadura, una a una, sin quitarle mi mirada de sus ojos, y pidiéndole con mis manos que él también baje la guardia, despojarlo de su armadura que pocas veces se quita y besar cada espacio de su piel, el único sonido de la habitación serían nuestros corazones latiendo a cien por segundo del miedo, de la rabia o de la emoción, no lo sabría explicar.


Siento que el fuego en mi mirada le gritaría que lo odio, que no me eligió a mí Por qué? Siento que mis labios metidos en los suyos solo serían divergentes al expresar lo contrario, le dirían que tenían mucha sed de él, sé que todo mi cuerpo estaría feliz por unos segundos de sentir que lo que recuerdo es justo como lo recuerdo, su olor es el que se quedó conmigo, su piel cálida es como la deseo por las noches, sus pecas y marcas son tal como las pienso, mi cuerpo me daría las gracias por volverlo al sitio donde una vez fue feliz.


Luego de eso, debemos entender que el tiempo se nos acabó no hay más disponibilidad para la cita del silencio, al terminar llena de su energía, me levantaría, buscaría de nuevo mi armadura, esa que me hace fingir que soy valiente y que jamás lo extrañé, me la colocaría lo más rápido que pueda... Para huir.


La interrumpí en el acto y le dije: Por qué huirias si estás con la persona que amas?


Porque aunque mi boca no hable, mi mente me habla a tres mil palabras por segundo, va más rápido que yo, y ya está pensando de nuevo en un futuro a su lado, sé que es absurdo, entre él y yo nada sincroniza, nada funciona, pero aún así mi mente desea estar con él, y por eso deseo salir lo más rápido y atravesar el muro para que mi alma se quede allí acostada al lado de él, diciendo en esta vida no.


Le pregunté es decir que jamás se rompe el silencio?


Me dijo: no, ni nos saludamos, ni nos despedimos, ni nos reclamamos, ni nos juzgamos, ni nos decimos que nos amamos o nos extrañamos, solo nos abrazamos por última vez y aceptamos que la vida sigue su curso y nos sigue separando en cada segundo que pasa y solo nos queda vivir en silencio sin poder contarle a nadie como sientes que te vas desvaneciendo en el recuerdo de la otra persona...


Hagamos silencio por los amantes que no están hechos para estar juntos pero que en la mente siguen estando juntos y siendo ellos contra el mundo.


Le pase un paño para que secara sus lágrimas y me quedé a su lado reflexionando si todos necesitamos una cita del silencio? Con la persona que amamos, con nosotros mismos o con los que odiamos? Creo que el silencio dice mucho y nos enseña el misterio de lo que es invisible ante los ojos.


A lo mejor hay cosas que deben permanecer en el silencio, hay espacios y momentos específicos en el tiempo donde callar es lo mejor que podemos hacer, y hoy era una de esos, ella pensaba en él y yo también seguía pensando en él, que suerte tiene que lo quieran tanto, que sean capaz de darle su cuerpo nuevamente sin reclamos solo para no olvidar el contacto piel a piel.


Fin.

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