LA CIUDAD DE LA DESCONFIANZA (Parte 2)
- Kelly Skeyf
- 1 nov 2021
- 3 Min. de lectura
¿Qué soledad es más solitaria que la desconfianza?.
George Eliot

Parivartan se quedó sintiendo el rico olor a madera quemada, se detuvo a un costado de la cabaña y quiso entrar, tocar o avisar que estaba allí para que lo ayudasen a encontrar a la reina, pero sin querer se convirtió en espía era inevitable no escuchar las voces de dos nativos que venían desde adentro, se escuchaban ofuscados muy ofuscados, molestos e irritables, se decían muchas palabras feas, y sabía que si interrumpía iba a ser mal tratado o ignorado como lo fue al llegar a la ciudad de la desconfianza.
Entonces decidió convertirse en árbol en un enorme árbol que estuviera allí al ladito esperando que los nativos que se encontraban dentro de la cabaña salieran a apagar el fuego y de esta forma ver si les generaba mas confianza y alguno le podría ayudar.
Pero seguían adentro discutiendo, se escuchaban vidrios rotos, ollas y calderos por doquier, hablaban de dinero,, decían cuanto se debían el uno al otro, decían también que no tenían tiempo para compartir, que Emilia, así se podía escuchar, solo se la pasaba bebiendo con sus amigas y que Agos solo pensaba en trabajar, que jamás le dedicaba tiempo y que nunca tenia dinero para gastar.
Al oscurecer Emilia salió de casa, para revisar la fogata y cocinar algunas presas, Emilia se guardo mas piezas de comida en un caldero bajo un árbol pequeño que había alrededor de la cabaña, y tanta era su furia y egoísmo que no notó al gran árbol que se encontraba a un costado, Parivartan podía ver desde arriba como por una fisura del techo Agos ocultaba el dinero detrás de un cuadro, mientras le seguía gritando a Emilia que ya no la quería.
Parivartan decidió esperar un tiempo prudente para poder hablar, pero notaba que los días eran todos iguales, pasaban y pasaban y Emilia tenia otro amor, el cual arribaba a la cabaña cuando Agos estaba trabajando, Agos ocultaba dinero y joyas dentro y fuera de la casa, Agos no tenia amistades que lo visitaran, Emilia le echaba en cara que ni su familia lo quería, el poco dinero que Emilia lograba quitarle a Agos era cuando fingía estar enferma y necesitar medicamentos, con ese dinero se iba a beber, o robaba cosas que trajera Agos de su trabajo y las re vendía en los caminos de tierra de la ciudad.
Así pasaron los años, sin darse cuenta Parivartan ya era parte del paisaje cada día se volvía mas diminuto, tenia miedo de hablar y empezó el también a desconfiar de Emilia y Agos, pensaba que si se volvía a transformar en ogro, alguna trampa le podían hacer, nadie nunca lo notó, se quedó convertido en árbol, como en un sueño profundo de meditación, no logró entender por qué los nativos de la ciudad de la desconfianza no confiaban ni en ellos mismos, por qué se mentían constantemente, por qué vivían como en una competencia interminable haciéndole mal al otro, por qué no se abrían a lo nuevo, a la vida de colores y a la sinceridad, por qué vivían juntos en un mismo techo pero como enemigos...
Jamás lo entendió y así transcurrieron diez largos años, Parivartan se había vuelto tan pequeño como las cosas de su entorno y ya era sólo una pequeña rama, la desconfianza de los dos seres que jamas entendió pero que las conoció a la perfección se apoderó de él, el miedo a seguir allí lo paralizo y fue tanto que no pudo recobrar su poder, se volvió parte del paisaje una ramita que el viento llevó a su ciudad de vuelta, lo arrastró hasta donde más pudo y las hadas lo llevaron a su bosque encantado donde murió sin una respuesta y sin haber logrado su misión.
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