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Cómo conseguí más tranquilidad...

  • Foto del escritor: Kelly Skeyf
    Kelly Skeyf
  • 3 jul 2023
  • 5 Min. de lectura

"Hemos reído, hemos llorado, hemos pasado juntas hermosos momentos de nuestras vidas..." A la persona que siempre te acompaña, que jamás te deja sola: Gracias a ti (misma).


Hay una historia que creo no he contado, pero ahora de grande la he pensado varias veces y siento que eso aún forma parte de mí: Cuando yo estaba niña y sin querer dañaba algo, por ejemplo: el equipo de sonido de mi papá, el VHS se trancaba con alguna cinta de las que yo veía o si estaba sola en casa y rompía algo, eso me generaba estrés ( no sé si de niña conocía la palabra estrés o ansiedad pero me asustaba) y como me daba miedo, mi manera de huir del problema era dormir, me acostaba a dormir para "soñar" que eso nunca pasó y me despertaba con el deseo de que al abrir los ojos el daño que había hecho solo hubiera formado parte de una pesadilla, que ya todo estaba resuelto.... Pero no era así.


A dónde voy con esto? Creo que me sobre cargué yo misma de "presión" no solo con lo que rompía, aunque mi papá gritara y nos regañara o pegara, pues eso iba a seguir allí estando roto y el al final debía arreglarlo, pero me fui cargando de exigencias, me gustaba estudiar, aprender algo nuevo era para mí sustancioso, me gustaba sacar veintes, ser la primera en el cuadro de honor, hacer las cosas bien, dar más de lo que me preguntaban en un examen y así fui llenandome de muchas responsabilidades, que no pasaba nada si las cumplía a un nivel básico o si las cumplía con sobresaliente.


Con el tiempo, ya no podía dormir para esquivar por un momento la realidad, me tocaba llorar cuando no soportaba el estrés de los exámenes finales de la uni, del mes de cierre anual de empresas, del novio que me dejó o que estábamos "raros" en esos días, de la familia que siempre tenía eventos para ir y no podía ir porque tenía que entregar un trabajo (y un trabajo bien hecho porque yo quería que todo quedará bien) y recuerdo que me ponía a llorar en las noches y mi mamá me esperaba con la cena y me decía: Por qué lloras? Y yo le respondía: Por qué estoy estresada; Para ellos (adultos) parece que llorar no es una opción, si no seguir guerreando con la vida, para mí (ya adulta) llorar es tan esencial como respirar, siento que te ayuda a aclarar las ideas, a poder botar toda esa rabia, respiración acelerada, latidos a mil, impotencia de gritar o decir groserías, liberas cortisol y luego... Sientes que llega la calma, las ideas o la resignación.


Y siento que he logrado tener calma porque las historias siempre tienen dos lados: en una siento que llorar me ha ayudado a expresarme en mis momentos más oscuros, dónde quiero matar gente pero recuerdo que luego iría presa y aún tengo metas por cumplir, en cambio por llorar no me encarcelan y aunque muchos no vean las ganancias de llorar, a los días te sientes un poco mejor y más si transformas esas lágrimas en arte (escríbelo, dibujalo, pinta, colorea, háblalo pero transformalo) y el otro lado es que como te ven llorando te muestras susceptible y no te toman en serio.


Hace poco me dí cuenta que una de las cosas que me ha calmado es: (no sé si llamarlo evadir responsabilidades o no cargarme de esa responsabilidad) no tomar ciertas responsabilidades, por ejemplo, me da mucho miedo ser mamá, entonces prefiero tener claro que no nací para eso y listo, me di cuenta que las relaciones de parejas me abruman, entonces no me hago responsable de construir una relación sana y estable, mientras más gente a tu alrededor tengas a cargo más problemas vas a tener, entonces vivo sola, si el trabajo es de mucho estrés y no me gusta o la persona que te exige, es inhumana y no tiene consideración con tus necesidades personales, yo renuncio... Y así he ido en estos últimos años, no tomándome las cosas personal como antes, huyendo de todo o resigandome a cosas, sin poner límites, cómo me dijo alguien en estos días: Ve a reclamar lo que es tuyo china! (Y esa frase me quedo sonando) y lo que hice fue sentarme y decir: No, déjalo así, y ella me dió la mitad de su galleta.


Y ahora pienso: yo no he reclamado lo que es mío, he tenido ovarios para decir: Estoy cansada! Mi límite llega hasta acá! Ésto no me gusta! Pero a la vez he sido tan sutil que me he amoldado al carácter de otras personas, parte de mi paz, ha sido conformarme con media galleta, he dejado de exigirme tanto como cuando era niña porque pongo en el papel a los estudiantes mala conducta que se conformaban con pasar con un diez y que ahora están viviendo la vida de sus sueños, los golpes constantes de las personas, más lo fugaz que es la vida, me han hecho decir: No quiero esto, pero si es lo que toca, hagámoslo bien o por el contrario me ha hecho decir confío en el camino de la vida y lo que llega a mí, llegará si me esfuezo o si no me esfuerzo, pero será para mí y punto.


Y sí, hagamos nuestra parte "bien" (la excelencia la guardo para cuando la quiera compartir) con un bien en estos momentos me es suficiente y si hago algunas cosas "mal" también me las permito, se siente reconfortante saber que te equivocas y que no pasa mucho, es verdad eso que dicen que con los años te importa menos el que dirán, ojalá a un niño o adolescentes le enseñemos a vivir su vida a plenitud desde pequeños para que no se sientan presionados por la "sociedad", he llegado a estar más tranquila porque evado la responsabilidad de otros, dejo que hagan las cosas a su manera y yo me encargo de hacer mi parte a mi ritmo (o muy rápido o muy lento), pensando con cabeza fría: me he hecho más responsable de MÍ, de mis cosas, de mi espacio y aún así me relajo si todo está desordenado dentro y fuera de mí.


En pocas palabras, desde este pedacito de ventana, puedo compartirles que la tranquilidad depende de lo que hacemos y lo que dejamos de hacer, depende de cómo te trates y te hables a ti misma, deja de exigirte, deja la perfección para aquello que te gusta, lo que no te gusta si no lo puedes cambiar conformate con hacer tu parte bien o sencillamente no lo hagas, no estés para todos, pero siempre tienes que estar PARA TI.


Respira... Piensa que esto no nos define, a veces, ni siquiera se trata de nosotras, de mí o de ti, se trata más de ellos, de las responsabilidades de los demás, que quieren poner sobre tí, me he dado cuenta que al final del camino todo sale bien, y si no sale bien, es porque no es el final, y aunque no estemos preparados para esto: hasta morir es estar bien, porque es el único final que hay.

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